jueves, 30 de abril de 2015

LLEGAR A CASA

LLEGAR A CASA

Hacia una adaptación tranquila y consciente


Generalmente visualizamos la palabra llegar* como un comienzo o como la primera acción que necesitamos para darle cabida a una acción siguiente. Pero realmente, llegar no es el inicio, sino el final. Hay un trayecto previo que es necesario hacer para gestar emociones, sensaciones, ideas, gestos y una estructura corporal que nos permita UNIRNOS conscientemente a un lugar… Nos permita LLEGAR.


Por lo tanto, el periodo de adaptación – que aquí preferimos llamarlo la llegada a casa- es un cúmulo de experiencias previas que nos permiten instalarnos conscientemente en un espacio y en una situación nueva.

Esa situación no debe ser necesariamente estresante, sino cálida, acogedora y cercana; pero tampoco queremos tapar el sol con un dedo, sabemos que en los primeros años de vida la mejor relación del mundo es la relación materno filial, sin demeritar la importancia paterna, pero sí entendiendo que se ha formado una GRAN conexión durante 9 meses en la tripa, que hasta ese momento ha sido la CASA del bebé, ha sido su MUNDO. Así que no es fácil desprenderse, pero sí puede ser un proceso armónico si ese mismo Mundo en el que ha vivido es quien le ayuda a abrir la puerta para que siga conociendo su entorno y ampliando sus fronteras. Entonces, dejamos de verlo como un “desprendimiento” y pasamos a sentirlo como una TRANSICIÓN. Nuestro mundo se va ampliando poco a poco y nosotros vamos fluyendo en él.


YO ESTOY AQUÍ

Para generar este posicionamiento corporal y afectivo, ya sabemos, no lo conseguimos sólo los primeros días de incorporación, sino, en 2 trayectos importantes: La experiencia previa y el In situ.

La experiencia previa atañe directamente a la FAMILIA y nos permite hacer algunas preguntas para reflexionar: ¿Cómo abordamos generalmente los cambios? ¿Respiramos cuando nuestra rutina de vida cambia? ¿Hacemos una respiración consciente 5 minutos al día? ¿Leemos cuentos con nuestros hijos para permitirles descubrir nuevos mundos con los gestos y las palabras? ¿Permitimos que nuestros hijos se llenen la ropa de arena, tierra, agua? ¿Dejamos que tomen riesgos: gatear por todo lado, trepar, que midan si pueden subir o bajar solos un escalón, etc? ¿Hablamos con ellos, aunque sean bebés, explicándoles nuestras acciones cotidianas? ¿Excepto si es por enfermedad, el llanto de los niños nos estresa y nos desborda o por el contrario lo entendemos como un acto de expresión y desahogo natural? Por mínimo que parezca,TODO esto es necesario para que padres e hijos practiquemos y aprendamos a vivir una crianza respetuosa que nos ayuda a vestirnos de seguridad y a vivir conscientemente la llegada a la escuela o a la casa de la Madre de Día.

Aquí, es muy importante resaltar la tranquilidad de los padres que acompañan el proceso. Las explicaciones y los diálogos que entablan con sus hijos antes y durante la llegada a la casa (Madre de día), se hace por medio de las palabras y los gestos, y éstos a su vez, tienen un contenido emocional vital que se transmite en el tono y la energía que fluyen por los ojos, la voz, las manos y todo nuestro ser. De ahí, que un niño puede fácilmente entender si el lugar donde se encuentra es seguro o no. Por lo que es muy importante que los padres se sientan confiados tanto dentro como fuera del lugar donde dejan a sus peques. Que se entablen relaciones tranquilas y emotivas con la educadora para que los niños sientan esa conexión y para que más adelante cuando el hijo/a se sienta preparado para estar solo con el grupo, los padres también lo estén y puedan CEDER el espacio natural y propio del niño.

El segundo trayecto es el In situ, que nos atañe a los padres, el bebé y la educadora. Es el proceso que se genera y se construye en el nuevo ambiente. Es el estar y ser, el experimentar el momento con todas las posibilidades que me ofrece. Podría escribir sobre varios aspectos pero me voy a centrar en el más importante: El desenvolvimiento natural de las relaciones en la nueva casa. Y por relaciones me refiero a la relación con el espacio, la relación con los objetos y la relación con las personas. Todos debemos disponernos a experimentar, a hablar, a reír, a estar como si de la visita a un amigo de toda la vida se tratara, sin tener una predisposición y sin querer seguir el modelo tradicional de una escuela. Somos Madres de día que abrimos nuestras casas para los más pequeños y así sencillamente debemos verlo; aunque tengamos el plus de ser educadoras, somos amigas y es una casa. Por lo tanto, la idea no es emprender un recorrido por las 10 actividades más chulas que se pueden hacer en la educación infantil, sino, NUTRIR el espacio y las relaciones: dar un abrazo, cantar, sentarme en el suelo, comer, salir a pasear… Y no “seducir” al niño, sino permitirle que sea él o ella quien construya sus propias relaciones pasito a pasito.

Así, LLEGAR A CASA siempre será añorado, reconfortante y significativo para todos.

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*Llegar: Alcanzar el fin o término de un desplazamiento. / Unirse.



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