domingo, 14 de septiembre de 2014

El sol me huele a pollo: de lo cotidiano a lo poético

Uno de los grandes caminos para explorar es el camino del Cuerpo. Bello e interminable, pasando por su anatomía, circuitos y funciones, es todo un mecanismo lleno de conexiones especiales. Por ejemplo, parte de la planta del pie esta relacionada con el estómago y el estómago, a veces, con los nervios. Entonces, puede ser que moviendo los pies estemos más tranquilos y que el estómago sonría cuando le hagamos cosquillas a los pies.


Sí, hay un sinfín de conexiones. Pero también tenemos sus historias: historias de lunares y cicatrices, del día que nos cortamos el pelo o ¡la primera vez que batimos un huevo!

Actos cotidianos que generamos a través del cuerpo y ocurren con cada paso que damos, con cada brazo que estiramos, con lo que tomamos o lo que dejamos.

Por lo tanto, nuestro cuerpo además de ser un camino para explorar, se convierte también en una casa. El hábitat de pensamientos, emociones y acciones que nos permiten descubrir el mundo y desarrollarnos en él; trazando así, una línea de pedagogía del movimiento que nos da herramientas para formar ideas divergentes y un espectro amplio de realidades y relaciones. Es decir, una pedagogía que propone desde el cuerpo una traducción de lo cotidiano a lo poético.

En ese trayecto, nos damos cuenta que la creación va implícita en su transcurso, que es imposible no producir encuentros con la imaginación y desenvolvernos en las nociones espaciales y de relación con los objetos de una forma no tradicional.





Lo que nos conduce muchas veces a sentarnos debajo de una mesa amarilla, levantar un brazo y decir: ¡Qué paraguas tan grande tengo! O que Sati Federico (un alumno del taller de danza), mirando el sol a través de la ventana del aula, diga: El sol me huele a pollo. Y de repente, todos sus compañeros, bailando, empiezan a lanzar frases respecto a qué les huele el sol. Entre todos hicimos un poema danzado, gordo y redondo*.

Lo que surgió de lo COTIDIANO que fue ver el sol desde la ventana, pasó a lo POÉTICO que fue asociarlo con olores, formas y recuerdos, que pasaron a ser registrados en una composición espacial y literaria, creada por un colectivo infantil.


*¿A QUÉ HUELE EL SOL?

El sol me huele a pollo
Y a mi me huele a huevo,
El sol huele a naranja
también a paseos.

El sol vive en el cielo
Uy! qué calor tengo.
A mi el sol no me huele a nada,
El sol huele a mi mamá.

1 comentario:

  1. Divino, en especial cuando la creación viene de la inocencia. Muchos exitos con tu proyecto.

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